May 7, 2008

El Gusto por la Radio Libre (Relato Breve, Radiografias de la Radio IMER 08)

A.ANTONIO BELTRAN

EL GUSTO POR LA RADIO LIBRE

¿Por la radio libre? “Si, por escuchar lo que te gusta donde gustes sin que te disgustes por el contenido del cual no gustas” Así respondí al momento de cuestionarme acerca de mi obstinado empeño por hacer que el aparato del auto fuera apto, si acaso, para recibir una débil y cacofónica señal que permitiera corroborar mi cercanía a la ciudad mounstro. Es talvez que no tienen presupuesto para una buena antena –pensé.
-¿Con cuantos watts dices que radia?
-¿Radia? ¿Que no es radio? ¿A caso por el articulo que es “la” se dice “la radia” en lugar de “la radio”?
-Me refiero a la estación, cual es la potencia con que transmite, ¿Lo sabes?
-La verdad, si no lo mencionan en sus “promos”, ni idea
-Esa no es buena señal, cuando no lo escuchas alardeado en un estruendoso promocional hay dos opciones, no lo consideran importante para el publico o se trata de un numero nada alentador.
Había intentado ya sofisticados amplificadores y antenas mágicas anunciadas en una página de gadgets, “Antena de torre AM/FM, útil en sitios con baja recepción” así rezaba la truculenta propaganda que por algunos dólares prometía darle al receptor de mi auto suficiente poder para escuchar en su totalidad el espectro de la ciudad, lo mismo, alternativo que sesudos análisis acerca de la situación política del país. Una ganga – pensé. Ni frecuencia modulada y menos aun pensar en sintonizar el noticiero de aquel extraordinario periodista refugiado en el estático crujir del AM, ¿Será que traté de sintonizar la estación que en el nombre lleva la mala suerte? Alguna vez escuché decir que la FM de hoy es la AM del futuro, nunca creí en esa obsolescencia pesimista hasta el momento en que probé la suerte de mi receptor.
-Tendrás que conformarte con alguna de las estaciones locales, talvez aquella que por la mañana se enlaza a un noticiero y que durante dos horas continuas transmite con propaganda tropicalizada el acelerado ritmo de la capital.
-¡No!, ¡Primero me compro una radio satelital! ¡No solo tendría que aguantar a ese locutor, que no periodista, sino también recetarme 15 veces el mismo anuncio de la cadena de tienditas rápidas que ni siquiera venden buen café!
Pensé en dejarme llevar por el acelerado paso tecnológico y optar por autodenominarme un podescucha refugiado en la tranquilidad del audio offline o el streaming desfasado
-¿Es muy costoso no crees?, no hay como la libertad de la radio, caminas y escuchas, viajas y escuchas, haces y escuchas, el tiempo pasa y ni quien se preocupe por las conexiones y la cantidad de bytes recibidos!
-Pero no puedes negar el poder de su alcance y su capacidad de difusión, dicen por ahí que un buen podcast tiene mas rating que muchas estaciones de radio juntas.
Un buen día, en un acto de desesperación auditiva y harto de experimentos fallidos, tuve que golpear súbitamente el aparato de radio para darme cuenta que la deficiente recepción se debía a un defecto de armado, al receptor solo le hacia falta ajustarse firmemente al panel del auto para que su antena hiciera contacto ¿Qué compañía ensambló este auto? –pensé. Ahora era libre, alternativo donde nunca lo hubo y noticieros a mi ritmo y estilo. Al día siguiente, después de mi conflicto por la carencia de opciones radiofónicas me pregunte si por fin tenia mi radio libre y me contesté preguntando, yo tan solo viajo a los alrededores de la capital y un defecto de fabricación me hizo ver la falta de alternativas, ¿Qué pasa con la gente que vive en lugares recónditos alejados de cualquier ciudad?, ¿Tienen una radio libre? ¿Toman buen café?

1 comment:

Unknown said...

Quiza los del lugar recondito se preguntan, que haran los miserables de la ciudad que no tienen ni mi aire, ni mi sol ni mis estrellas :P